Una mirada diferente

Una mirada diferente

Ceci Miretti

lunes, 19 de abril de 2010

El Realismo

A mediados de siglo, en Francia, se llamó realistas a ciertos artistas que se proponía reflejar la sociedad del momento en contraposición con las fantasías y los sueños románticos. 
Desde entonces se suele presentar al Realismo como la antítesis del Romanticismo. Ello no es del todo exacto. En ciertos escritores románticos, junto a los rasgos propios del movimiento, ya se hallaban admirables cuadros realistas (así, en novelas como Los miserables, de Víctor Hugo o en los típicos cuadros costumbristas).
Lo más exacto sería decir que del Romanticismo se pasa al Realismo mediante un doble proceso: a) eliminación de ciertos elementos como lo fantástico, los excesos sentimentales, etc.; b) desarrollo de otros como el interés por la naturaleza, por lo regional, por lo costumbrista, por lo cotidiano.

El realismo surge después de la revolución francesa de 1848. El desencanto por los fracasos revolucionarios hace que el arte abandone los temas políticos y se concentre en temas sociales. La industrialización determinó la desaparición del artesanado y la formación de una numerosa población obrera acumulada en los centros urbanos. Con ello, las condiciones de vida económica y social sufren una alteración profundísima, que se refleja en las ideologías. Los artistas toman conciencia de los terribles problemas sociales como el trabajo de niños y mujeres, los horarios excesivos, las viviendas insalubres y consideran que deben denunciar estas lacras.

Mientras Augusto Compte elaboraba la filosofía del Positivismo, quien estima que la única fuente de conocimiento es la observación y la experiencia, tenían lugar una serie de descubrimientos científicos que fomentaron la formulación de una doctrina optimista, la del progreso social. En vez de soñar con la mejoría de la vida, hay que especular partiendo de la realidad. El hombre es representado en sus tareas normales y el tema de la fatiga se convierte en motivo de inspiración.

Quienes mejor manifiestan este cambio son los paisajistas de laEscuela de Barbizón, que a través del paisaje transmitieron la conquista de la realidad. La escuela fue creada por Rousseau y la integraron un grupo de artistas que se propusieron construir un tipo de pintura diferente. Realizaron un estudio objetivo y directo de la naturaleza plasmando los sentimientos que ésta les despertaba. A ellos les debemos el inicio de la práctica de pintor al aire libre, pues tomaban sus apuntes directamente de la naturaleza y luego ejecutaban sus obras definitivas en el estudio.

Jean François Millet (1841-1875), hijo de campesinos pobres, fue uno de los máximos representantes de la Escuela de Barbizón. Se distinguió como paisajista, pero en sus paisajes no olvida nunca a los campesinos, humildes, cabizbajos, pesimistas y redimidos por el trabajo. Es el mejor intérprete de la vida campesina y del hambre y la miseria que éste trae consigo. Contempló de cerca la situación en la que vivía, pero no la denunció en sus pinturas, sino que la representó tal y como era, plasmó la realidad. Sus obras más características son Los Gavilladores, El Ángelus, Los canteros, La costurera, La colada y Las espigadoras.

Desde el punto de vista técnico, el realismo no introduce novedades sino que revitaliza la técnica de los grandes maestros barrocos, especialmente de los españoles. El realismo barroco, en cuanto al estudio de la luz y de las calidades, vuelve a tener vigencia.
La pincelada es firme, el contorno preciso y los personajes son tomados preferentemente de las clases sociales menos favorecidas: campesinos, obreros, emigrantes; es el mundo del trabajo en toda su miseria.






Artista:

Courbet, Gustave 

Pintor francés muy prolífico y de gran influencia que, junto a sus compatriotas Honoré Daumier y Jean François Millet, fue pieza fundamental en el origen de la escuela realista de pintura del siglo XIX. Hijo de una familia acomodada de agricultores del Franco Condado, Courbet nació el 10 de junio de 1819.

Llegó a París alrededor de 1840, según parece para estudiar derecho, sin embargo, se dedicó a pintar, cosa que aprendió copiando las obras maestras del Museo del Louvre. En 1850 expuso Los picapedreros (1849, en la Gemäldegalerie de Dresde, destruida por un bombardeo en 1945), cruda representación de unos obreros arreglando una carretera. En esta obra Courbet evita deliberadamente el elemento exótico, de gran carga emocional, característico de la tradición romántica y no sigue las reglas de composición de la pintura académica.

Siguió escandalizando a los académicos con su obra de enormes proporciones Entierro en Ornans (1850, Museo Orsay, París), en la que un friso de campesinos pobremente vestidos rodea una tumba de grandes proporciones. El desafío a las convenciones se hace aún mayor en otra pintura de colosal tamaño, El estudio del artista (1855, Museo Orsay), que subtituló Alegoría real sobre siete años de mi vida artística. En el centro se halla retratado el propio Courbet pintando un paisaje, con un niño, un perro y una voluptuosa mujer desnuda, a la izquierda, un grupo de personajes con aire aburrido le ignora manifiestamente, a la derecha, una multitud de amigos llenos de vida y entusiasmo admira su obra.

En esa misma época publicó un provocativo manifiesto en el que exponía con todo detalle su credo social y realista sobre el arte y la vida, que le proporcionó una gran popularidad. Para entonces su estilo ya estaba totalmente maduro y se caracterizaba por una técnica magistral, una paleta limitada aunque vigorosa, composiciones sencillas, figuras de modelado sólido y severo (como puede apreciarse en los desnudos) y gruesos trazos de pintura muy empastada que a menudo aplicaba con espátula, lo cual se manifiesta sobre todo en los paisajes y las marinas. Courbet, tan radical en política como en pintura, fue nombrado por la revolucionaria Comuna de París en 1871 director de los museos de la ciudad, puesto desde el que logró salvar las colecciones del Louvre del incendio de las Tullerías y del saqueo de las masas. Sin embargo, tras la caída de la Comuna, Courbet fue acusado falsamente de haber permitido el derribo de la columna triunfal de Napoleón ubicada en la Plaza Vendôme, fue encarcelado y condenado a pagar la reparación.

En 1873 fue obligado a expatriarse, se trasladó a Suiza y allí continuó pintando hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1877 en Verey.




Con los Picapedreros, Courbet inaugura la temática socialista en la pintura, según su amigo Proudhon. El lienzo surgió cuando el pintor contempló la dureza del trabajo de estos dos hombres, transmitiendo con su pintura una fuerte carga social. Las figuras ocultan sus rostros, concentrándose en su labor; visten ropas raídas, apreciándose claramente los parches de los pantalones o los agujeros en las camisas. Con esta obra, Courbet quiere democratizar el arte, analizar la sociedad para corregirla ya que el pintor tiene una misión que cumplir. Los dos picapedreros se recortan sobre la oscura loma que hay tras ellos, apreciándose referencias a la naturaleza. Las piedras, la cacerola del fondo, los útiles de trabajo toman un papel protagonista en la composición, recogiendo el pintor con el mayor realismoposible lo que observan sus ojos. Su exhibición en el Salón de 1850 sirvió para exaltar el trabajo públicamente. Desgraciadamente, fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Enlaces:
http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/4153.htm

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